Introducción
En el
estado de Kansas (Estados Unidos) el vandalismo crece con los años, este crimen
se ve potenciado masivamente por una banda de delincuentes (formada por todo
tipo de ellos, desde ladrones hasta asesinos). Al año las muertes rozan las seis
mil y las casas asaltadas superan las diez mil, una cifra exuberante para los
habitantes de la ciudad.
Forzado
por este problema el gobierno se ve obligado a negociar con el grupo. Después
de un año y medio de negociaciones y tras unas rigurosas encuestas se consigue
llegar a un acuerdo parcial. Al año se celebrarán cuatro (una por cada
estación) “Días de La Caza” en el que el grupo asaltará una casa cualquiera.
La casa
pasará a ser propiedad del grupo durante ese día y por lo tanto podrán quedarse
con todo lo de su interior, además para saciar su sed de sangre los habitantes
que se encuentren en la casa podrán ser asesinados sin que intervenga la ley.
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EL DÍA DE LA CAZA
Con
disimulo pongo un programa de televisión que mi padre no suele dejar ver ya que
dice que no es propio para los “niños” de mi edad. Aunque en realidad lo ve
todo el instituto y yo soy la que menos se entera del asunto. Suelo aprovechar
el largo rato que suele estar dormido para ver el maratón de la semana. Al poco
tiempo de ponerlo ponen anuncios.
Aburrida
de tanto anuncio miro por la ventana y veo como un pequeño pájaro se apoya en
un árbol del jardín. Jovialmente empieza a cantar una simple melodía
consistente en dos notas y todos los de su alrededor le siguen felizmente.
Entonces deja de piar como todos los de su alrededor y alarmante se me queda
mirando. El pájaro alza el vuelo repentinamente asustado por algo y agudizo el oído
para escuchar lo que sea que lo ha
espantando, entonces escucho pasos retumbando fuertemente por la calle.
Asustada
escucho el sonido de cómo el cristal de la cocina se hace trizas. Alarmada miro
a mi padre que está sumido en un profundo sueño y le agito el brazo. Es
entonces cuando un fuerte golpe resuena por toda la casa indicándonos que están
arremetiendo contra la puerta de la calle.
-¡Papá! Despierta, corre. –le grito exasperada.
Él me
mira sin comprender hasta que la puerta cede con el tercer golpe y cae con un
golpe sordo al suelo. Entonces cuando ata cabos y se levanta adormilado.
-Tenemos que salir de aquí, corre. –un grito de triunfo resuena por la casa helándome la sangre y los pasos la inundan. Miro exasperada a mi alrededor intentando encontrar algún sitio donde escondernos sin éxito alguno. Entonces reparo en la puerta que da al jardín. - ¡Date prisa! Por aquí.
Un grito agudo resuena por toda la calle seguido por el sonido de un disparo.
- ¡Mamá! –corro hacia la puerta del salón pero mi padre me sujeta fuertemente del brazo y me mira a los ojos.
-Ya no está, se ha ido. – lo miro con las lágrimas apunto de desbordárseme de mis ojos.
Sin dejar
de agarrarme del brazo tira de mí hacia el jardín y salimos cuando interrumpen
en el salón. Empezamos a correr a través de este sorteando los parterres de
plantas mientras nos persiguen. Entonces empiezan los disparos. Escucho un leve
jadeo y como algo cae al suelo de repente. Me giro y veo a mi padre tendido
sobre el césped, le sale sangre del muslo.
Le hago
caso dubitativa y salto la verja que separa un jardín de otro.
Sin darme
tiempo a nada más escucho otro disparo que golpea la ventana que tengo detrás
de mí rompiéndola en pedazos.
Entonces
lo alcanzan y sin dudarlo ni un minuto le apuntan al cráneo y disparan. Me
quedo paralizada al ver como su cuerpo cae al suelo inerte. Intento moverme,
pero parece que mi cuerpo parece no querer moverse y me quedo allí plantada. De
repente otro disparo me pasa rozando el brazo haciéndome una herida.
Como si
el disparo hubiera fuero un botón que activara el engranaje de mi cuerpo
empiezo a correr por el jardín del vecino con toda la rapidez de la que soy
capaz. Otra bala revienta contra una maceta cerca de mí haciendo que estalle
como una bomba salpicándome los zapatos de tierra.
Sigo
corriendo y salgo la verja que separa la casa del vecino de la calle. Caigo al
suelo en una mala postura y me araño una parte del brazo. Noto la como la
cálida sangre brota de la herida de la bala. Me la miro arrugando la nariz;
nunca me ha gustado la sangre. Para intentar hacer que pare saco un pañuelo de
mi bolsillo y la rodeo con él.
Escucho
pasos que se acercan corriendo a mí y levanto la vista alarmada. Un grupo de
cuatro personas se acerca a mí con una pistola cada una. Al verme me señalan y
aumentan de velocidad. Me levanto del suelo antes de que una bala de donde
antes estaba sentada y empiezo a correr calle arriba agobiada por el calor.
Escucho
un “ckack” e instintivamente me tiro al suelo. La bala choca contra una de las
farolas. Me levanto y sigo corriendo. Entonces sin previo aviso y sin poder
evitarlo un grito agudo sale de mi boca pidiendo ayuda. Miro a mi alrededor y
veo a la gente asomada a las puertas y a las ventanas con el miedo pintado en
la cara. Ninguna parece querer ayudarme.
Y de
repente recuerdo una de las condiciones del grupo: si alguna otra persona que
no fuera de la familia ayudaba a los integrantes de esta los delincuentes
podrían acabar con ella por intervenir en la caza.
Llego
al final de la calle fatigada y otra bala estalla en la luna de un coche. Con
un grito me echo hacia atrás esquivando otra que iba directa a mi cabeza. Los
miro con la rabia pintada en mi cara y asombrada veo que les he sacado ventaja.
Supongo que hacer atletismo tiene sus ventajas.
Giro la
esquina al final de la calle sin dejar de mirarles y me choco contra algo.
Caigo al suelo con un golpe sordo y me levanto de un salto. Alucinada veo como
otro de los integrantes cae de bruces contra el suelo golpeándose la cabeza
fuertemente. El arma se le escapa de la mano y acaba en mis pies. Sin dudarlo
la cojo y le apunto al cráneo.
-¡Está aquí! – grita con todas sus fuerzas y escucho como más pasos se acercan corriendo calle arriba.
-¡Cállate sucio bastardo! – le digo presa del pánico.
Alarmada
escucho como los pasos de los que me seguían se acercan más y más. Entonces el
chico se levanta de repente y se abalanza sobre mí. Horrorizada y guiada por el
instinto prieto el gatillo y escucho un sonoro disparo. No me doy cuenta de la
gravedad de mis actos hasta que la sangre salpica mis piernas y zapatos cuando
el cuerpo sin vida, con un agujero en el cráneo, cae en el suelo.
Me
quedo paralizada mirando el cadáver del hombre mientras los pasos de los
delincuentes se acercan rápidamente a mi posición. El arma se resbala de mis
manos y cae al suelo con un sonoro “clack” que retumba en mi mente. Me dejo
caer al suelo y sin poder evitarlo me pongo a llorar.
Entonces
una mano me tapa la boca y con el otro brazo me agarra de la cadera impulsándome
hacia atrás. Cierro los ojos con fuerza, no quiero ver cómo me apuntan con una
pistola, darles el gusto de verme gritar. Sé que ya ha llegado mi hora. Espero
escuchar el disparo de mi muerte, caer contra el duro asfalto y morir en paz.
Pero no llega y lo único que siento es caer levemente sobre el césped.
CONTINUARÁ
Me encantan tus relatos. Me gusta mucho tu forma de escribir. Yo ya siguo tu blog para no perderme ninguna de tus publicaciones. ¿Ya te has pasado por el mio? Me encantaría saber tu opinión. Mi blog es : www.yoymishistoriasdesiempre.blogspot.com
ResponderEliminarUn saludo, A.C.D.
¡Muchas gracias! Sigo estando en tu blog XDD
EliminarOh dios mió me encanta!!! Supongo que tengo cierto gusto por lo macabro xD. El miedo, la acción , el peligro,... en fin pobre chica, esperamos que no haya muerto.
ResponderEliminarNos vemos :D
¡Muchas gracias, Paula! JAJAJAJA Sí, tengo que admitir que a mi también me gusta. ¿Quién sabe? JAJAJAJA
EliminarUn saludo :DD