LA CHICA
A su alrededor era el caos. La gente corría de allí para aquí presa del pánico. Empujado por la
muchedumbre cayó al frio asfalto de la carretera. La gente más agobiada le
pisaba y le daba patadas sin querer. A duras penas se levantó del suelo, exasperado
por el poco espacio que tenía para huir.
Alguna persona gritaba de vez en cuando y entonces la gente
corría más todavía, juntándose más y más hasta acabar tan juntos que podía
sentir el latido del corazón del de alado. Fue entonces cuando tropezó con el
bordillo de la acera y cayó de nuevo, esta vez golpeándose la cabeza y
perdiendo el sentido.
Despertó sobresaltado, con un fuerte dolor de cabeza y con
el cuerpo entumecido por el frio. A duras penas pudo levantarse del suelo y
sujetarse en una farola. Horrorizado miro a su alrededor. Repartidos por toda
la avenida se encontraban miles de cuerpos, de hombres, mujeres y niños tirados
encima de todas partes. Muertos.
Ahora entendía porque la gente había empezado a correr hacia
todas partes intentando huir de algo que la mayoría de ellos desconocía y que
puede que nunca llegarían a conocer. Sin saber muy bien qué hacer miro a su
alrededor intentando ver si algún cuerpo se movía, intentando encontrar algún humano
que había sobrevivido a aquella catástrofe a parte de él. Pero sin éxito
alguno. Fue entonces cuando la vio.
Medio escondida entre
la niebla, en medio de la avenida se encontraba una pequeña niña de pelo negro
azabache. Tenía el pelo muy corto en el que enredado en él se encontrabas
algunas hojas y ramas secas. Además vestía unas harapientas y mugrosas ropas,
llenas de barro. Parecía que había recorrido un largo camino hasta allí. El
vestido gris que llevaba la camuflaba entre la densa niebla invernal de
Londres. Entonces ella reparó en él.
Los dos se miraron a los ojos durante un breve tiempo. Para
ella no habría sido nada, pero para él fue algo más. Sintió que en aquel
pequeño instante de tiempo una parte de su alma se había marchitad, como si
hubiera muerto. Pero tuvo la necesidad de volver a mirarla, algo se lo pedía y
haciéndole caso la miró a los ojos de nuevo. Se arrepintió enseguida.
Se quedó helado, paralizado por el miedo. Sus ojos lo
tragaron lentamente, poco a poco notó
que se iba consumiendo, que la otra parte de su alma moría sin remedio alguno.
La niña entonces se movió. Se agachó y se acurrucó en el suelo, agarrándose de
las rodillas y tapándose la cara con el pelo.
Exhausto por aquél momento en el que casi muere se acercó
con cuidado a donde estaba ella. Cuando estaba a pocos metros de ella escucho
unos sollozos entrecortados por las lágrimas. La chica levantó la cabeza un
poco y pudo ver las densas lágrimas que emanaban con descontrol de sus ojos.
- -Tranquila –la consoló el chico- no pasa nada.
La chica no habló ni se movió. Solamente siguió llorando
ignorando al chico. Este sin saber muy bien qué hacer se acercó más a ella y se
agachó para mirarla a la cara. Consoladoramente le puso una mano en el brazo y
con la otra le quitó una hoja que tenía enredada en el pelo. La chica levantó
la cabeza lentamente.
El chico la miró a los ojos sin poder evitarlo, le llamaban
por alguna extraña razón. Entonces cayó al suelo. La niña alarmada se incorporó
y se acercó a él. “No por favor, tú también no” escuchó antes de que todo se
volviera oscuro.
Holaa!!! Acabo de ver tu comentario y ya te he afiliado. Me gusta mucho como te ha quedado el diseño de la pagina y el relato a pesar de ser un poco triste me ha encantado. Sigue así que ya tienes una lectora.
ResponderEliminarBesos <4
¿Sí? Muchísimas gracias Madalen ^^ Me alegra que todo sea de tu agrado, felicidades a tí también por el blog.
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